domingo, 16 de octubre de 2016

Querida Lengua

Ayer, que pudiste apreciar el sabor de cada uno de los ingredientes de la pizza; el queso, el tomate, el maduro y el orégano. Fuiste el camino, el puente para que mis cuerdas vocales vibraran diciendo "mmm" y mi estómago quedara lleno después de una hora de crujir. 

Después todo lo que hablaste, no dejabas de moverte ni de parlotear contándole a mis padres los pequeños logros de la semana. Poco a poco ibas sintiendo el sabor simple de la coca-cola zero y seguías sin callarte. En serio, no podías quedarte un minuto quieta, ni cuando trataba de concentrarme mientras iba en la carretera manejando por primera vez después de semanas sin hacerlo; ni cuando leía, no emitía ningún sonido, pero no estabas quieta, te movías al igual que mis ojos pronunciando palabra por palabra, párrafo por párrafo. Solo te quedaste totalmente quieta cuando yo también lo hice; aunque dicen por ahí que te sigues moviendo mientras duermo. 

Paula 


1 comentario:

  1. Interesante, por un momento pensé que hablarías también de la que sentia cuando daba un ósculo. :)

    ResponderEliminar