jueves, 9 de marzo de 2017

Carta para Ana Felicia

Anita

Te llamas como mi personaje real favorito, Ana Frank, quien como tú, soportó todas las adversidades de la guerra, aunque en diferentes épocas, ella también tuvo que irse de su casa, abandonar todo lo que más quería y huir con su familia. 

Es triste que en este país (Colombia) tengamos que salir adelanta quemándonos las uñas, tomando fusiles porque no hay otra salida que la guerra, y tú, que tuviste que luchaste tantos años para conseguir tu añorada casa y abandonarla un año después para proteger la vida de tus hijos y la tuya misma. Con tal solo escribir éstas palabras, el corazón me duele. Toda mi vida quise irme de mi casa y tener una propia, estaba dispuesta a trabajar, sin saber lo que significaba; a conseguir todo lo que necesitaba para poder tenerla, este es el día que no la tengo, pero si la tuviera, me dolería mucho partir. Esa casa, que me imagino tan linda, tan acogedora, tan "hogar", sería como un libro en el que puedo entrar y salir; con su olor propio, su sentido, su autor, sus personajes; y tener que tirarlo a la basura, ver cómo unos personajes reemplazan otros al momento en que las AUC arrebataron tu libro y comenzaron a narrar una nueva historia. 

Ahora tu casa es un libro quemado, en el que ya no hay personajes, ni palabras, sólo hay páginas negras. 



Hablemos de esta foto: en el momento que entraste y pusiste tu mantel favorito y unas flores, estabas dándole un nuevo título y una nueva historia a tu libro. Sin embargo, viendo tu expresión, tu posición, tus brazos cruzados; es que estás insegura en ese lugar, aunque es tu casa, tu libro. Tu cara, ella expresa tanto, puedo decir mucho sobre tus ojos, tu boca, tus mejillas, no te las diré porque terminaré escribiendo 10 páginas. 

Es tan doloroso verte así. Te imagino como una mujer alegre, luchadora, que baila mientras cocina, limpia, trabaja y cuida de sus hijos. Tu rostro está hecho para sonreír, no para fruncir el ceño y tus brazos para estar abiertos, no cruzados. 

Me imagino lo que era tu casa: un suelo hermoso, las paredes blancas, ese mantel que tanto te gusta, y muchos más parecidos a ese; cuadros, frutas, juguetes tirados por todas partes. El olor, un olor a hogar, a amor, a pasión, a alegría, a esfuerzo. Sinceramente, tu casa, tu libro, es más acogedor que cualquier mansión del mundo, porque si vamos a hablar de lujos, no se mide por cuánto cuesta el lugar o el florero de la mesa del comedor; es lujosa porque es tuya y porque hay más amor que otra cosa. Sí, tiene una historia escrita, quién sabe qué historia escribieron los actores armados, seguro una no muy buena, pero recuerda, que siempre vale más la historia original. 

Paula 


Ana Felicia Velázquez, fue una mujer víctima del conflicto armado en Colombia, quien residía en Mampuján, Bolívar cuando su casa fue arrebatada por un grupo paramilitar. Quise escribirle una carta, a pesar de no saber quien es, porque su historia me conmovió, al igual que muchas de las que he leído hasta ahora. Que éstas historias no se vuelvan a repetir. 

Tomado de: "Basta ya: Memorias de guerra y dignidad"
Capítulo 4: "Los impactos y los daños causados por el conflicto armado en Colombia"