Hace poco, en una clase, me pidieron que escribiera un
borrador de mi autobiografía. Tenía miedo de escribirla, porque no sabía que
escribir, estoy llena de sentimientos y pensamientos, pero no sabía cómo
redactarlo, pues tenía que ser escrita poéticamente y nunca en mi vida había
escrito de esa forma.
Hoy por fin la termine. Busque en lo más profundo de
mi memoria y encontré algo que merecía ser escrito, debo decir, que llore escribiéndola,
sobre todo el final, el final para mí, fue algo maravilloso, es lo que más
tenia valor para mí de todo el escrito.
Quiero compartirlo con ustedes, para que así, conozcan
algo sobre mí.
La gente cambia a medida que va creciendo, yo por ejemplo, cambie muchas
veces mi forma de ser, porque a veces, deje que los demás definieran mi forma
de ser. Nunca fui una niña con carácter, este lo obtuve cuando ya era grande.
Era una persona que vivía con miedo, todavía vivo con miedo, pero en ese
entonces, el miedo que tenía era a las demás personas que se aprovechaban de mi
miedo para hacerme daño. Tenía miedo a equivocarme, miedo a que los demás
pensaran cosas malas de mí, miedo a cosas nuevas, pero mi mayor miedo, eran las
personas a mi alrededor, incluso las que no tenía nada que temer. Sí, mi mayor
miedo eran las personas, ¿Por qué?, porque siempre buscaban algo con lo que
hacerme sentir mal, hacerme sentir una buena para nada, hacerme creer que era
una ignorante, por eso tenía tanto miedo a equivocarme, y por este miedo, como
es obvio, siempre me equivocaba. Lo que no sabían, era que yo podía ser callada
de voz, pero ruidosa de mente. Por fuera podía no expresar nada, pero adentro
de mi, había un centenar de pensamientos, dolores, tristeza, incluso, un poco
de felicidad. Preferí guardarme las cosas para mi sola que compartirlo con los demás
porque a nadie le importaba lo que yo decía, o así lo veía.
Siempre era yo contra el mundo, no tenía a nadie con quien hablar, con
quien reírme, con quien sentirme bien. Nunca me sentí bienvenida, bien acogida,
siempre estaba sola. En esa etapa de mi vida, no entendía lo que era un amigo
de verdad, solo tenía claro que un amigo era la persona con la que jugabas y te
reías en todos los recreos, pues yo nunca tuve a aquella persona cuando era
pequeña. Era abrumador ver que todos los demás eran felices y yo no, ¿Cuál era
la diferencia entre ellos y yo?; ¿Por qué yo no podía tener esa felicidad así
como ellos la tenían?, sencillo, porque no querían que encajara, no querían
tenerme cerca, me veían como una niña más en el salón y no como una persona.
Para mí la confianza era algo que no tenía significado alguno, pues a
cualquier persona podía compartir cosas íntimas. Muchas de las personas a las
que les compartía aquellos secretos, se aprovecharon de mi ingenuidad para que
mis secretos ya no fueran solo míos.
Es por esto que decidí dejar de confiar en las personas, pues esto paso
varias veces; a la vez, deje de confiar en aquellas personas las cuales me
apoyaban, incluso, comencé a dudar de mi misma, de mis capacidades, de mi
futuro, etc. Deje que lo malo que decían los demás de mí, definiera quien era,
por esto, me sentía horrible; con esto, lo único que podía hacer, era
encerrarme en un par de audífonos y llorar callada para que nadie se diera
cuenta por lo que pasaba. Después de eso, lo que yo sentía o pensaba, lo
guardaba para mi persona, mi dolor, mi sufrimiento, mi tristeza, incluso, un
poco de felicidad.Tenía todo, pero me faltaba tanto.
¿Qué le puede faltar a una niña?; asi es, nada, pues tenía todo lo que
se necesitaba para ser feliz. Mis padres, un hermano menor, una familia grande
y numerosa, amigos, techo, alimento, vestido y la oportunidad de estudiar, pero
aun así, me hacía falta mucho para poder ser feliz. Esa era mi parte externa, la
que dejaba que todos vieran, pues tampoco quería mostrar mi parte interna, la
cual estaba destruida porque sabía que se aprovecharían de eso para hacerme aún
más daño. Todos creían que yo estaba bien, pues siempre lleve una máscara con
una sonrisa pintada.
Con todo esto, yo sola y triste, me fijaba en como los demás no se sentían
como yo y estaban totalmente felices, por eso, comencé a envidiarlos, a tener
rabia de que ellos fueran más importantes que yo, a que ellos tuvieran todo lo
que yo no tenía. De alguna forma, los demás, se daban cuenta que yo envidiaba
su felicidad y me demostraban su alegría cada vez con más intensidad y más
seguido.
Tenía miedo de hablar, porque sabía que con cualquier cosa que yo
dijera, los demás se burlarían de mí y yo otra vez me sentiría inútil. Era por
eso, que odiaba hablar en público, odiaba hablar, odiaba expresar mis ideas,
todo el tiempo estaba callada porque creía que mis palabras iban a ser objeto
de burla para los demás, es por esto que soy tan callada y tímida. ¿Cómo es que
escogí una carrera en la cual debo ser completamente diferente?; es porque quería
dejar de depender de lo que los demás decían de mí, quería dejar de pensar en
ellos y pensar en mi misma.
Una vez que me preguntaron, que quería hacer con mi vida, a lo que yo respondí
que quería ser artista, ellos se imaginaron al artista que pinta, dibuja o
esculpe, mientras yo me refería al artista que canta, baila y toca
instrumentos. Ellos se quedaron confundidos con mi respuesta, la verdad, no sé cómo
hice para responder aquella pregunta, pues tenía miedo de lo que pudieran decir
de eso. Al final, no les dije lo que verdaderamente era mi concepto de artista
que quería aplicar a mi vida, porque me decía a mí misma que no podía decir
aquello por el miedo, me haría ver insegura, y como ellos me veían siempre,
ignorante y estúpida.
Siempre viví con mis pensamientos de don de provienen, en mi cabeza, todavía
soy así, mi única forma de expresar lo que siento, es a través de la escritura
y la lectura, con más enfoque en la escritura, ya que siempre escribo sobre lo
que siento y lo que pienso. Antes, cuando no leía ni escribía, no tenía más
consuelo que los audífonos y encerrarme a llorar todas las noches, ahora todo
es diferente, porque tengo el privilegio de poder escribir, poder escribir lo
que yo quiera y como quiera. Sin la escritura, no sé cómo sería mi manera de
desahogo, no sabría cómo expresar mis sentimientos, ya que no me gusta expresarlos
con ninguna persona.
La escritura y la lectura, me han ayudado a encontrarme a mí misma, que
son las cosas que me gustan y cuáles no, que puedo llegar a pensar diferente a
los demás y que no debe importarme, pero sobre todo, me han enseñado que; ¿para
que quiero personas en las cuales confiar, si tengo la escritura y la lectura
como un gran sostén en mi vida? A través de ellas, he aprendido quien soy yo,
que no debe importarme lo que los demás digan de mí, sea bueno o sea malo, que
puedo ser yo, que ese miedo de expresarme, de hablar y ser yo misma, debe desaparecer
y desapareció. Han sido como un héroe para mí.
Paula